La diabetes no insulinodependiente o tipo 2 es una enfermedad crónica, en la cual las células del organismo desarrollan resistencia a la acción de la insulina y el páncreas no produce la insulina suficiente para superar esta resistencia; como consecuencia la glucosa se eleva en la sangre. Este tipo de diabetes es la más común, sobretodo en ancianos con sobrepeso.
En la diabetes tipo II, tendremos unos objetivos básicos a cumplir que serán los siguientes:
- Dejaremos reposar el páncreas, reduciendo las necesidades de insulina
- Debemos suprimir la glucosuria (grandes cantidades de glucosa en orina) con un régimen normocalórico con pocos hidratos de carbono (50% del valor calórico total)
- Suprimir la hiperglucemia (cantidad excesiva de glucosa en sangre) hasta llegar a un estado de normoglucemia.
- Evitar la acidosis (pH sanguíneo inferior a 7,35)
- Mantener las reservas de glucógeno, dando la glucosa suficiente para evitar la neoglucogénesis (vía metabólica que se realiza en el hígado y riñón en situaciones de ayuno y que consiste en utilizar como sustrato lactato, alanina o glicerol para obtener glucosa)
- Normalizar el peso del paciente
La dieta que fijaremos en la mayoría de los pacientes será normocalórica, según las necesidades del paciente; aunque en el caso de que el paciente necesite bajar de peso, se fijará un régimen hipocalórico.
La fructosa la limitaremos a 40 gramos/día como máximo, que es aproximadamente 4 frutas de 100 gramos cada una. No es recomendable suprimirla por completo, como cree mucha gente, ya que la fructosa mejora nuestras cifras de glucemia (glucosa en sangre), insulinemia (cantidad de insulina en sangre) y colesterol. Aunque se evitará en los casos de diabetes grave y acidosis diabética.
En el caso de las proteínas, las fijaremos en cantidades superiores a lo normal, para así obtener energía en ausencia de insulina (1,1/1,2/ o 1,3 gramos x Kg de peso x día)
Las grasas comprenderán un 35% del valor calórico total y las administraremos en forma de grasas vegetales poliinsaturadas o monoinsaturadas como las que encontramos en el aceite de oliva, el maíz, la soja, las nueces… mientras mantenemos los triglicéridos bajo control.
La dieta que fijaremos será baja en colesterol, y en los casos en los que sea necesario utilizaremos medicamentos para reducirlo. En el caso de los diabéticos se ha demostrado una mayor arteriosclerosis que en pacientes que no lo son, por el aumento de triglicéridos, VDL y LDL, por lo que daremos 300mg diarios de colesterol como máximo.
Las vitaminas las daremos aumentadas, por encima de la oferta normal, menos las vitamina C, ya que es diabetogénica.
En el caso de la fibra se recomienda administrarla cruda, a partir de la fruta, sustancias celulósicas de legumbres y frutas.
Utilizaremos gran cantidad de legumbres, ya que producirán menos hiperglucemias, gracias a las enzimas que poseen, las cuales son inhibidoras de los disacáridos digestivos, conservando su efecto incluso después de la cocción.
En este tipo de diabetes se suele recetar la acarbosa, siempre por parte de su médico, se trata de un medicamento que se toma junto con las comidas y que produce menos hiperglucemias postprandiales.
Estos consejos son adecuados para enfermos con diabetes mellitus no insulinodependientes, aunque siempre se deberán seguir los consejos marcados por el médico y adecuar el tratamiento a los resultados de los controles de glucosa diarios.
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