El síndrome de Down es un trastorno genético causado por la presencia de una copia extra del cromosoma 21 (o una parte del mismo), por ello se denomina también trisomía del par 21.
Se caracteriza por la presencia de un grado variable de discapacidad cognitiva y unos rasgos físicos peculiares que le dan un aspecto reconocible al paciente que lo sufra.
No se conocen con exactitud las causas que provocan el exceso cromosómico, aunque se relaciona estadísticamente con una edad materna superior a los 35 años.
Las personas con síndrome de Down tienen una probabilidad superior a la de la población general de padecer algunas enfermedades, especialmente de corazón, sistema digestivo y sistema endocrino, trastornos en la visión y la audición…, debido al exceso de proteínas sintetizadas por el cromosoma de más.
Problemas en la alimentación
En cuanto a la alimentación del niño con Síndrome de Down, conviene tener en cuenta que debe comer de forma variada y equilibrada, incluyendo en el menú semanal alimentos como: pan, arroz, maíz y pasta; legumbres, patatas, carne, pescado, huevos, fruta…
Muchos niños, en el momento de la deglución, no suelen elevar la lengua, sino que tienden a moverla hacia delante y abajo lo que va aplastando el alimento contra los dientes superiores para terminar, en muchos casos, fuera de la cavidad bucal. Estos procesos suelen ser frecuentes en estos niños, debido fundamentalmente a sus características físicas endobucales, que dificultan el proceso de la deglución normal.
A la hora de alimentar a niños con Síndome de Down, deberemos tener en cuenta las malformaciones que suelen poseer; entre ellas encontramos las que afectan a: esófago, píloro, duodeno y múltiples porciones del sistema digestivo.
Además de las malformaciones deberemos tener en cuenta, que en la mayoría de los casos, estos pacientes sufren un estreñimiento crónico, que también deberemos tratar; además deberemos atender al gran porcentaje de obesidad que suelen tener estos pacientes.
El estreñimiento crónico puede aparecer por hipotonía muscular, falta de ejercicio, dieta poco adecuada, no saber establecer un ritmo diario, hipotiroidismo... En este caso el tratamiento se basa en establecer un buen hábito higiénico: moverse, andar, ejercicio, beber suficientes líquidos, comer una dieta adecuada, fomentar en el niño el hábito de ir al baño todos los días a la misma hora…
En el caso de la obesidad, suelen intervenir en su aparición factores genéticos, no modificables y factores ambientales, que sí que podemos modificar.
- Factores genéticos: El determinante genético más importante es la disminución del índice metabólico en reposo, es decir, la menor capacidad para quemar o gastar el material energético que se aporta con los alimentos; este determinante genético jugará un papel bastante importante en la primera etapa de la vida. También jugarán un papel importante el crecimiento, la serotonina…
- Factores ambientales: Alimentación inadecuada, falta de ejercicio…
Una vez instaurada la obesidad, su tratamiento es más difícil y tiene una tasa de éxito relativamente baja; la estrategia deben ir encaminadas a prevenir que aparezca durante la infancia, especialmente a partir de los 6 años y sobre todo durante la pubertad.
Deberemos instaurar una alimentación adecuada, realizar ejercicio físico y estableciendo un estilo de vida activo. A su vez, será necesario realizar cambios muy importantes dentro de la propia familia en cuanto a sus hábitos alimenticios y su estilo de vida, si estos no son del todo saludables.
Tipo de alimentación
La alimentación en los niños que sufran Síndrome de Down, debe ser variada y equilibrada, igual que la de el resto de los niños.
La falta de control periódico y relativamente frecuente es el factor que más dispara el aumento insensible del peso.
Otras recomendaciones generales que resultan útiles son:
- Evitar igualar el concepto de “gordito” con “saludable”.
- No dar de comer al niño entre horas.
- No utilizar la comida ni como premio ni como consuelo.
- En niños ya mayorcitos, marcar un peso de referencia.
El pediatra podrá indicarle que evite ciertos alimentos, que pueden causar que el bebé se ahogue, hasta que el niño tenga uno o dos años de edad. Debido a que puede existir un retraso en el dominio de ciertas habilidades orales-motrices, los niños con Síndrome de Down generalmente deben tener cuidado con estos alimentos hasta los cinco años de edad o más.
Si su niño no utiliza en forma consistente una masticación rotatoria madura (un movimiento circular y suave mientras la mandíbula se abre y se cierra para masticar) es mejor no ofrecerle alimentos como:
Nueces, semillas, palomitas de maíz, pasas, caramelos, perritos calientes, uvas enteras, trozos grandes de carne...
Recomendaciones en cuanto al ejercicio físico
Sabemos que el ejercicio físico ayuda a reducir el peso y parte de la grasa en exceso; además de tener otras importantes ventajas, ya que facilita la integración de las personas con SD y mejora su bienestar.
En general, la actividad física se debe realizar de la siguiente manera:
- Actividad física rutinaria y diaria.
- Actividad física programada. Al menos 2-3 días a la semana durante 30-60 minutos. Se debe tener en cuenta las posibilidades y costumbres de la familia y las preferencias del niño.
Mantener una vida activa, participar en actividades de grupo, incluso tener un grupo de amigos, puede ayudar tanto a prevenir como a tratar la obesidad.
Apoyo Psicológico
Toda la familia tiene que comprometerse y apoyar al niño, cambiando, si es necesario, sus propios hábitos alimenticios y de vida.
Se debe huir de reñir al niño y pasar a apoyarlo. Hay que valorar más las cosas positivas que va logrando y poner menos énfasis en lo negativo.
Como pautas básicas deberemos tener en cuenta que, cada vez que el niño, deberemos ofrecerle diferentes opciones de alimentos que pueda tomar con los dedos. Si el niño demuestra que prefiere masticar de un lado de la boca, le colocaremos los alimentos del lado opuesto siempre que sea posible
Para fomentar la masticación rotatoria, colocaremos pequeñas cantidades de yogur o alimentos similares en las esquinas de la boca para que el bebé pase la lengua de manera que la lengua aprenda a mover la mandíbula de un lado a otro.
Le ofreceremos alimentos como pan o bastones de queso en la zona molar para fomentar la masticación con las muelas y desarrollar la masticación rotatoria.
Cuando empecemos a dar al niño alimentos a través de una taza, empezaremos con líquidos espesos que se mueven con lentitud, ya que serán más fáciles de controlar (por ejemplo licuado de frutas, yogurt líquido).
No hay comentarios:
Publicar un comentario